Con la llegada del invierno, muchos agricultores y jardineros comienzan a tomar medidas que los prevengan de mejor forma contra las lluvias y en particular contra las heladas que pueden tener serios efectos para sus cultivos. Pero algunos de ellos no solo logran prevenirse de estos fenómenos, sino que además logran aumentar y hasta adelantar su producción mediante métodos simples, uno de ellos son las llamadas Camas Calientes. En este artículo te explicamos qué son y en qué consisten.
Las camas calientes (o camas cálidas) son estructuras simples similares a una almaciguera o cajón, generalmente echas en madera, ladrillo, latón u otro material. Pueden estar pegadas al suelo o bien sobre mesones, y que mediante diferentes técnicas logran mantener el calor de la tierra al nivel de la raíz del cultivo. Cuando están adosadas a la tierra suelen contar con una tapa o puerta que las cubre dejando las plantas “dentro del cajón” aunque en la mayoría de los casos carecen de estas tapas por estar ubicadas dentro de un invernadero. De esta forma se logra no solo proteger a los cultivos de las heladas y bajas temperaturas, sino que por efecto del calor de la tierra, las raíces crecen más rápido, favoreciendo un desarrollo más prematuro y saludable del cultivo. Al mismo tiempo, la propia temperatura de la tierra ayuda a generar un microclima controlado que permite un desarrollo óptimo, y en muchos casos obtener frutos mucho antes que en la tierra sin tratamiento térmico y sin aislación de las temperaturas ambientes.

Tipos de camas calientes
De acuerdo al método de calefacción que utilicen podemos distinguir 3 tipos de camas calientes:
• Camas calientes orgánicas
• Camas calientes de agua
• Camas calientes eléctricas
Camas calientes orgánicas:
Estas utilizan estiércol o material biológico de desecho como hojas, compost, trozos pequeños de maderas, hierba seca, o restos de frutas y verduras. Esta materia orgánica, al entrar en descomposición, genera calor. Muchos jardineros optan por este sistema dado su simpleza y por ser naturalmente económico, además ofrece un producto adicional: nueva tierra de cultivo con un alto valor nutritivo. Como contrapartida, tiene la desventaja que no se puede controlar la temperatura generada por este proceso, por lo que es fundamental ventilar periódicamente el cultivo.
Camas caliente de agua
Estas emplean tuberías de PVC o metálicas que son instaladas en forma zigzagueante al fondo de la cama, y a través de ellas se hace circular agua calefaccionada. Esté método si bien nos permite controlar de manera efectiva la temperatura, e incluso nos posibilita proporcionar humectación adicional a las plantas, es a su vez de un costo bastante mayor, ya que requiere instalar un sistema de tuberías, un sistema de bombeo que nos permita controlar el flujo y además de un sistema de calefacción del agua.
Camas calientes eléctricas
En este tipo de camas nos extenderemos más ya que es la opción que muchos productores toman por su alta eficiencia, capacidad de control y una conveniente relación costo-beneficio. Utilizan un cable calefactor que se coloca en forma serpenteante al nivel de las raíces y a una distancia uniforme entre cada trazo. Existen dos tipos: camas caliente eléctricas manuales y camas calientes eléctricas controladas.
En el primer caso, la electricidad circula permanentemente por el cable sin un control automático, por lo que la única regulación consiste en conectar o desconectar el cable de la alimentación eléctrica. Si bien este método no requiere mayores costos que el cable, implica un riesgo de sofocar los cultivos al carecer de un control automatizado.
En el segundo caso de las controladas se requiere instalar un termostato, elemento que nos permite configurar y mantener la temperatura dentro de los niveles deseados encendiendo o apagando el sistema en forma automática cada vez que la temperatura alcance los puntos más bajos (encender) o más altos de temperatura (apagar). Si bien ello implica una inversión inicial algo mayor, mirado en un plazo más amplio es más económico ya que nos permite dosificar el consumo de energía eléctrica. En suma, si se trata de eficiencia y efectividad, este último es el sistema que ofrece mejores resultados.
Confección cama caliente eléctrica
La elaboración de las camas calientes es bastante fácil, y en el caso particular de las eléctricas requiere de conocimientos básicos para hacer una instalación eléctrica simple:

1) Aislante térmico
2) Rejilla metálica
3) Capa de arena
4) Cable calefactor con aislante de silicona
5) Suelo fértil
• Se debe hacer una zanja en la tierra o bien, se debe confeccionar una almaciguera (o semillero) de madera u otro material con una profundidad de 40 a 60 cm por unos 50 a 60 cm de ancho. El largo de nuestra cama caliente dependerá del espacio que dispongamos en nuestro terreno o del tamaño del invernadero.
• Para los casos de camas calientes tipo zanja, se recomienda compactar muy bien la tierra al fondo y a los costados de la excavación.
• Una vez hecha la zanja o la almaciguera, cubrimos el fondo con algún aislante térmico, este puede ser espuma, aserrín u otro similar.
• Sobre este aislante, colocamos una capa de arena fina, de no más de 5 cm de espesor y la humedecemos, esta capa tiene la función de drenar posibles excesos de agua.
• A continuación, colocamos una rejilla metálica, la cual cumple dos propósitos: por una parte facilita la colocación del cable calefactor, y por otra, para el caso de las camas tipo zanja, evita que roedores penetren desde abajo y dañen el cable y la instalación.
• Una vez instalada entonces la rejilla, colocamos el cable calefactor en forma serpenteante, procurando cubrir toda la cama y dejando distancias de unos 10 a 15 cm entre cada trazo.
• Si se trata de una cama controlada, el cable calefactor se instala al termostato, tal como lo muestra el ejemplo en la imagen, de lo contrario, se conecta a una toma de corriente.
• Sobre el cable calefactor colocamos una nueva capa delgada de arena, y sobre esta una nueva rejilla metálica, esta vez con el propósito de evitar cual daño del cable producidos por la manipulación de palas u otras herramientas manuales.
• Finalmente sobre la última capa de arena colocamos la capa de suelo fértil.
El resultado de toda esta operación, es que a pesar de las temperaturas invernales, podemos mantener una temperatura óptima para los cultivos (entre 19 a 25 ºC), lo que facilitara su crecimiento, y adelantará por tanto la cosecha de los productos.
Para todos los tipos de camas calientes, se recomienda chequear frecuentemente la temperatura de la tierra con un termómetro de pinchar (recomendación igualmente válida para las que son eléctricas y autorreguladas) y corroborar así que la temperatura en suelo es el que deseamos, además se recomienda, en lo posible ventilar diariamente.
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