Imagine tener el control sobre el ciclo vital de sus cultivos, sincronizando sus necesidades hídricas con precisión milimétrica, desde la cantidad de agua hasta los tipos de humedad de suelo. Cada uno de estos factores se entrelaza en un ballet que determina el momento perfecto para desplegar el riego.
El riego influye tanto en la cantidad como en la calidad de la producción frutícola del país. Podemos ver el caso de los duraznos, que son una fruta de alto consumo en la zona centro norte y central del país, y la cual abastece el mercado entre los meses desde noviembre hasta fines de abril. En el riego de éste y otros cultivos frutales se deben considerar varios factores:
• La disponibilidad de agua
• La especie y variedad cultivada y su densidad de plantación
• Calidad del agua
• Periodos fenológicos críticos de la especie
• Instrumentación de apoyo
Es notorio mencionar que el riego neutraliza la pérdida de agua que sufren los cultivos por efecto de la evapotranspiración, es decir, la fracción de agua que se pierde por efecto de la transpiración de las hojas del cultivo y del agua que es evaporada directamente por efecto del sol (se le conoce también por sus siglas ET). El riego se vuelve más importante ya que teniendo en cuenta que “debido al efecto de cambio climático en el año 2040, la temperatura del aire se elevará en todo el país, con magnitudes entre 2°C a 3°C, y la disminución de las precipitaciones, dependiendo de la latitud”.
Teniendo claro esto, podemos hacernos algunas preguntas claves:
1.- ¿Podemos preveer la cantidad de agua que disponemos para nuestros cultivos?
Primero debemos determinar el área de zona de producción frutícola. Para ello se podrá realizar una proyección conocida como Q85%, donde buscamos establecer el caudal disponible con 85% de probabilidad de excedencia (consideramos caudales naturales y obras de canalización). En términos sencillos, este valor representa el volumen de agua por unidad de tiempo que posee el predio en al menos 85 años en una serie de 100. No obstante, estas proyecciones, aun cuando se realizan tomando datos de caudal de los últimos 15 años, pueden verse afectadas por diferentes factores: cómo la desviación no autorizada de caudales destinados al riego, una excesiva canalización de los sectores aledaños o una disminución de los caudales disponibles por causas humanas o por efectos del cambio climático como la actual sequía.
Cabe señalar que los caudales pueden ser de superficie (ríos, esteros, embalses, etc.) o subterráneos (norias y pozos con menos de 20 m. de profundidad, o pozos profundos con más de 20 m. de profundidad). En cualquier sentido, el aprovechamiento de estos caudales y fuentes de agua se encuentran plenamente reguladas en la legislación actual, siendo la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas, la entidad llamada a supervisar esta materia.
2.- Calidad del agua
El agua tiene un directo impacto sobre la conservación de las propiedades del suelo, así como sobre la instrumentación dedicada al riego. Los elementos presentes en al agua de riego pueden ser muy diversos, entre ellos Calcio, Magnesio, Potasio, sulfatos. El punto más crítico es por la posibilidad de que el agua de riego transporte altos niveles de salinidad, ya que esto obstruye la capacidad de absorción por parte de las raíces.
Además, el exceso de sal evita una adecuada permeabilidad del suelo, dificultando el riego y obstruyendo el equipamiento. De acuerdo con las recomendaciones dada por la FAO, se señala que el agua es excesivamente salina cuando presenta más de 2,0 g/L, en cuyo caso se sugiere el lavado de sales. Sin embargo, un exceso no controlado de cualquiera de los elementos presentes en el agua puede afectar la calidad de los cultivos.
3.- Programación del riego
El riego es eficiente cuando se aplica solo la cantidad de agua que el cultivo requiere en el momento oportuno. Esto permite a evitar pérdidas de agua por escorrentía superficial y percolación. Hay varios factores que influyen directamente sobre la programación del riego:
• Profundidad efectiva de raíces que en el caso de árboles frutales comúnmente se considera una profundidad de al menos un metro de suelo.
• Capacidad de almacenamiento de agua en el suelo.
• Tasa de evapotranspiración del cultivo
• Sensibilidad del cultivo al estrés hídrico.
• Calidad del agua de riego y tolerancia a la salinidad del cultivo.
• Tipo de sistema de riego.
• Fuente de agua y turnos de entrega al campo.
Por otra parte, y para los fines de levantar una adecuada programación del riego, se deben reconocer dos puntos contrapuestos: Punto de Marchitez Permanente (PMP), que representa la carencia de riego al punto de producir la muerte del cultivo, y en el lado opuesto, la Capacidad de Campo (CC), que es el límite máximo de riego permisible para el cultivo y por sobre el cual se produce saturación. Una programación de riego bien orientada busca el punto intermedio entre estos dos puntos, y que se conoce como Humedad aprovechable (HA). Cabe mencionar que, en un suelo promedio, el PMP es aproximadamente la mitad de la CC.
Es primordial considerar en la programación del riego la evapotranspiración del huerto (ETc). Ésta será determinada por factores propios del clima, el relieve, y por aspectos específicos del huerto relacionados con la especie, período fenológico, variedad, densidad de plantación y manejo del huerto. Para el diseño de un sistema de riego, se debe conocer la evapotranspiración del cultivo de referencia de la zona (ETo).
4.- Monitoreo y control del riego
Una programación del riego se sustenta sobre la información que tengamos respecto de los requerimientos hídricos del terreno cultivado, y para ello nos podemos basar en la medición directa o en cálculos de balance de agua en el suelo. En el caso de los balances, se trata establecer los equilibrios en el contenido de agua dentro de un determinado tiempo, y que está dado por la diferencia de entradas de agua al terreno (riego más precipitación) y las pérdidas que éste sufre (escorrentía superficial, más drenaje, más evapotranspiración). Para realizar estos estudios, existe una variedad de instrumentos y equipos que nos permiten medir y controlar el contenido de agua en el suelo.
Las mediciones estarán bien realizadas cuando podamos comprobar que el agua ha sido capaz de infiltrar adecuadamente en el perfil de suelo, en toda la extensión del surco y a la profundidad en que crecen las raíces.
5.- Tipos de medición de humedad del suelo
Existen diferentes formas para realizar estas mediciones. Una de estas es el gravimétrico, que consiste en tomar una muestra de suelo, pesarla antes y después de secarla y calcular así su contenido de humedad. La muestra de suelo se considera seca cuando su peso permanece constante a una temperatura de 105ºC. Esta forma de medición nos garantiza conocer el contenido de agua existente en el suelo, pero no necesariamente nos dirá los requerimientos de agua del cultivo.
Para determinar con mayor grado de efectividad, existen instrumentos capaces de señalar con exactitud cuándo y cuánto regar. El más utilizado es el tensiómetro. Se debe distinguir entre el tensiómetro tradicional que emula la estructura y comportamiento de la raíz del cultivo y/o los sensores de humedad Watemark que miden eléctricamente la humedad del suelo.
Cada cultivo realiza un mayor o menor esfuerzo para absorber agua del terreno conforme a sus propias necesidades, es decir, considerando el volumen de humedad existente, el tipo de suelo donde esta plantado y su compactación, los niveles de evapotranspiración a los que está afecto o la cantidad de sales presentes en el terreno que facilitan o dificultan la succión. Dado que la tensiometría se focaliza en la succión ejercida por las raíces, todos estos factores ya están implícitamente involucrados, siendo por tanto muy exacta.
Sea que se utilicen tensiómetros tradicionales o sensores de humedad Watemark, la recomendación es ubicarlos en diferentes puntos del perímetro radicular del cultivo y a diferentes profundidades, ello con el objeto de obtener una representación los más acertada posible de las necesidades hídricas del cultivo.
Resumiendo, podemos mencionar que la programación del riego es un delicado equilibrio entre la naturaleza y la tecnología, donde los factores se entrelazan para mantener la vitalidad y salud de nuestro cultivo, como si ésta fuera una coreografía de la naturaleza y las mediciones. La humedad del suelo y la evaporación juegan su papel y en el centro de todo, se encuentra la sabiduría de un sistema de riego bien programado que entrega la cantidad adecuada de agua en el momento preciso.
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Fuentes:
Abarca, P., & Allende, M. (2017). Manual de manejo del cultivo de durazno. Boletín INIA, 8, 49-58. https://www.inia.cl/wp-content/uploads/ManualesdeProduccion/08%20Manual%20Duraznero%20v2.pdf
Vallejos, F., Ojer, M., & Reginato, G. (2011). Maduración y cosecha de frutos. Repositorio académico U. de Chile, 12, 161-166. http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/120298/Maduracion-cosecha.pdf?sequence=3&isAllowed=y
Segovia, Paola. (2020). Artículo Técnico: Importancia de riego tecnificado en el sur de Chile. Diario UACH. https://diario.uach.cl/articulo-tecnico-importancia-de-riego-tecnificado-en-el-sur-de-chile/
Odepa. Oficina de Estudios y Políticas Agrarias. https://www.odepa.gob.cl/sustentabilidad/agricultura-sustentable/agua#1647291899001-2904d7d2-43a5